Las autoridades dialogaron sobre la creación e implementación de un protocolo que brinde protección efectiva a quienes trabajan en la Función Judicial

El director general del Consejo de la Judicatura (CJ), David Guzmán, y los directores provinciales de la institución mantuvieron una reunión de trabajo en Quito, este lunes 31 de julio de 2023, con el propósito de analizar las medidas implementadas para garantizar la seguridad de los servidores judiciales.
En el encuentro, se ratificó que el CJ condena cualquier acto de intimidación o amedrentamiento contra los servidores y los usuarios del sistema de justicia. Guzmán explicó las acciones coordinadas con otras funciones del Estado y organismos internacionales para la creación e implementación de un protocolo que brinde protección efectiva a quienes trabajan en la Función Judicial.
Indicó que se recogen las necesidades y particularidades de cada provincia y adelantó que se están desarrollando conversaciones para contar con seguridad privada en las dependencias judiciales.

Además, invitó a los directores provinciales a trabajar con la ciudadanía y con las organizaciones sociales para, en una acción mancomunada, contrarrestar, desde las competencias del sistema de justicia, la situación de inseguridad y violencia que se vive en la mayoría de provincias.

Rigoberto Gómez, director general administrativo, expuso siete normativas internas, para situaciones de emergencia, así como los perfiles de riesgo que se aplican en el caso amenazas o ataques al sistema judicial.

De su lado, los directores provinciales expusieron sus inquietudes y observaciones para fortalecer la seguridad en las dependencias judiciales. Asimismo, ratificaron su respaldo a las acciones que se desarrollan para asegurar que los ciudadanos cuenten con una atención que reúnan las condiciones de oportunidad, eficacia y eficiencia.

Fuente. Ecuavisa

La Corte Constitucional declaró que la mayoría de los artículos del acuerdo comercial eran constitucionales, pero solicitó subsanar ciertas partes del texto.

La Corte Constitucional del Ecuador resolvió este lunes 31 de julio la constitucionalidad del acuerdo comercial entre Ecuador y Costa Rica, que fue firmado el pasado 1 de marzo.

Al respecto, la Corte Constitucional declaró que la mayoría de los artículos del acuerdo eran constitucionales, resolviendo esta decisión con 5 votos a favor y 4 en contra.

En un comunicado, el órgano de control constitucional indicó que​​​​​​ "insta a subsanar la inconstitucionalidad" de los artículos 11.20, y del 15.20 al 15.35, incluyendo los anexos 15.18 y 15.26 del acuerdo, al considerar que son incompatibles con el artículo 422 de la Constitución de la República del Ecuador.

Por ejemplo, menciona que en este tratado el estado ecuatoriano cede jurisdicción soberana a instancias de arbitraje internacional, al contemplar la posibilidad de que se solucionen controversias contractuales entre inversionistas, es decir personas naturales y jurídicas privadas, y Estados, a través instancias de arbitraje internacional, como el CIADI.

La Corte Constitucional señaló que no consideró necesario declarar la incompatibilidad de todo el acuerdo y en consecuencia, instó a evaluar la posibilidad de que los órganos públicos correspondientes renegocien el contenido de los artículos declarados inconstitucionales o busquen alternativas.

Qué implica el acuerdo comercial entre Ecuador y Costa Rica

El acuerdo de Asociación Comercial entre Costa Rica y Ecuador incorpora disposiciones relacionadas con equidad de génerobuenas prácticas regulatorias y fortalecimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Según ha informado el Gobierno costarricense, el acuerdo brinda un "balance adecuado que atiende de manera razonable los intereses de ambas partes" y permitirá el libre comercio para "más del 90 % de los productos".

Datos oficiales indican que el intercambio comercial entre Costa Rica y Ecuador en 2021 alcanzó los 74,6 millones de dólares, de los cuales 49,8 millones corresponden a exportaciones costarricenses y 24,8 a ecuatorianas.

Fuente. Ecuavisa

Pernoctaron frente al conocido hotel Roosevelt, tras llegar el domingo a la ciudad, uniéndose a otros cientos que durante el fin de semana hicieron cola frente al edificio en la calle 45

Cientos de inmigrantes recién llegados a Nueva York, la gran mayoría hombres, hacían este lunes 31 de julio de 2023 una larga cola de dos calles frente a un hotel reconvertido en albergue a la espera de ser ubicados en un refugio y con la esperanza de encontrar rápidamente un empleo para ayudar a las familias que dejaron atrás.

Inmigrantes de Venezuela, Colombia, Nicaragua, Ecuador, Senegal, Mauritania y Chad pernoctaron frente al conocido hotel Roosevelt tras llegar el domingo a la ciudad, uniéndose a otros cientos que durante el fin de semana hicieron cola frente al edificio en la calle 45, a pasos de la Quinta Avenida, en el que la ciudad también estableció un centro de procesamiento.

Sentados en la acera, donde algunos se protegían con sombrillas o cartones del sol que ya comenzaba a calentar, algunos comían "sándwiches o burritos" y bebían agua que les habían distribuido, otros se entretenían jugando con sus celulares o conversaban, y otros, en silencio, parecían perdidos en sus pensamientos.

"Queremos trabajar" era la respuesta que se escuchaba una y otra vez sin importar el país de origen al responder por qué vinieron a Nueva York mientras hacían la cola que se extendía hasta la calle 46, tras haber obtenido un número que les garantizaba su turno.

 

Colapso de albergues

Algunos estaban al tanto de que la ciudad limitó a 60 días la estadía en albergues para los adultos solteros, hombres o mujeres, para dar espacio a familias con niños, y aunque otros desconocían esa decisión anunciada por el alcalde Eric Adams el pasado 20 de julio, indicaron con firmeza "algo es algo", o "es tiempo suficiente para encontrar un empleo".

El flujo de inmigrantes -la mayoría demandantes de asilo llegados desde Latinoamérica- ha llevado a Nueva York desde el año pasado a casi 100 000 personas, de las que más de 52 000 están bajo cuidado de la ciudad, que además de albergue les proporciona alimentos, escolarización y servicios sanitarios, entre otra ayuda.

Ante el colapso de los albergues públicos el año pasado, la ciudad, con una ley que le obliga a dar albergue a quien lo solicite, tuvo que alquilar hoteles, tanto en la zona metropolitana como al norte del estado, y recurrir a otros espacios para usarlos como refugios, cuya estadía ahora ha comenzado a limitar.

Según afirmó un inmigrante venezolano, "los presidentes de Suramérica y Centroamérica tienen la culpa" de la emigración porque "han destrozado" sus países, comentó, mientras asentían quienes le rodeaban.

"Venezuela está en crisis", afirmó, a lo que un nicaragüense aludió por su parte al "terror en Nicaragua": "Los que se van pierden la nacionalidad y no puedes ni poner la bandera de tu país en tu casa porque es ir contra el Gobierno", razón por la cual, alegó, sus paisanos salen "huyendo".

Por su parte, otro venezolano que escuchaba atento señaló que quieren "aprovechar la oportunidad que nos da el alcalde para salir adelante", y agregó: "Estamos agradecidos con él".

Alex, un venezolano de 36 años, llegó el sábado a Nueva York junto a su esposa tras haber estado dos meses con un amigo en Nueva Jersey, pero "ya no tenemos donde estar", dijo, y ahora esperan encontrar alojamiento para trabajar y enviar dinero a los cuatro hijos menores que dejaron en Venezuela bajo el cuidado de una abuela.

"No tenemos cómo pagar, no tenemos trabajo ni dónde quedarnos", indicó Alex, que matizó que no se quiere "quedar, solo trabajar" un tiempo y luego volver a su país, y que no descarta continuar el viaje hacia Atlanta, donde tiene más amigos.

Recordó que en Venezuela tenía un supermercado, pero el "presidente (Nicolás) Maduro nos acabó a todos allá, acabó con las empresas", lo que le llevó a emigrar hace cuatro meses. "Habrá elecciones dentro de poco y no se sabe qué va a pasar. Eso allí es una dictadura", afirmó con tristeza.

Mamadou, un senegalés de 30 años, no hablaba inglés pero pudo comunicarse para dejar claro que quiere trabajar e indicó que viajó junto a otros desde Senegal a México y desde allí cruzaron varios países hasta llegar a EE.UU.

Ante la larga cola que había el viernes, en medio de una intensa ola de calor, las autoridades enviaron varios autobuses donde algunos pudieron pasar la noche con aire acondicionado. El hotel Roosevelt, con capacidad para mil personas, no tiene ya espacio y los inmigrantes están siendo enviados a otros albergues.

Fuente. Ecuavisa 

 

En agosto 2023, se registrará un evento astronómico muy raro, según los reportes de medios internacionales que citan a expertos y a la NASA.

Los reportes indican que en el mes entrante se podrá ver el conocido fenómeno llamado ‘Luna Azul’ y que, para ser más raro todavía, estará acompañado de dos superlunas.

Según la NASA, el término luna azul es usado para referirse a la segunda luna llena en un mes calendario, y este fenómeno natural tiene lugar solo cada dos años y medio, y agrega que no por su nombre, vaya a apreciarse la luna de dicho color.

RT publica que “La noche del 1 de agosto, nuestro satélite natural se encontrará en su fase de luna llena, pero se apreciará un poco más brillante y más grande de lo normal: una superluna. Esto se debe a que se encontrará cerca de su perigeo (punto más cercano en su órbita alrededor de la Tierra) a solo 357.793 km”.

Sobre el final del mes, el 30 de agosto, el satélite estará de nuevo en su fase de luna llena muy cerca del perigeo, por lo que se repetirá el fenómeno de superluna, en ese sentido el 31 de agosto será una ‘una luna azul’.

La última vez que se vio algo así fue en 2018 y, según el astrónomo Gianluca Masi, un evento así no se registrará sino hasta 2037.

Fuente. El telégrafo 

 

Quedan pocos días para que se acabe la campaña electoral, pero algunos prefirieron pausar sus actividades.

La carrera por la Presidencia de la República, en las elecciones de Ecuador 2023, está a menos de 22 días de terminar. La campaña se intensifica algunos días y, otros, los candidatos prefieren pausar sus actividades para descansar o incluso por la inseguridad.